Cómo dejar de morderse las uñas

La onicofagia o morderse las uñas es un hábito adquirido que puede desencadenar problemas como padrastros, heridas e infecciones (tanto en dedos como en labios), alteraciones estéticas o incluso alteración en la posición de los dientes, además de representar en algunas culturas una falta de educación. La onicofagia puede tratarse de una conducta para rebajar la ansiedad, te tal manera que quienes se muerden las uñas piensan y sienten que hacer algo placentero reducirá la ansiedad.

Al margen de estas valoraciones iniciales, la mayor parte de nosotros considera que es una conducta que debe ser corregida, tanto en niños como en adultos, y de esto es lo que va a tratar el artículo.

Veamos las consecuencias que puede producir la onicofagia o morderse las uñas:

- Padrastros, heridas e infecciones en dedos.

- Heridas e infecciones en labios y encías.

- Desgaste de los incisivos alterando su forma natural.

- Verrugas periungueales.

- Alteraciones estéticas en dedos, uñas y dientes.

- Dificultad para realizar tareas minuciosas que requiere el uso de las uñas.

- Alteraciones de índole psicológica: vergüenza por el estado de los dedos, retraimiento y aislamiento por miedo a que “me vean los dedos”.

- Si es un adulto con hijos, la consecuencia más probable es que sus hijos por imitación acaben adoptando dicha conducta, con sus posibles consecuencias negativas.

Cómo dejar de morderse las uñas

Este hábito casi siempre se inicia en la infancia, y en muchos de estos inicios esta la imitación. Es decir, lo observan y lo aprenden. En otras circunstancias surge sin que haya imitación, como mecanismo que rebaja el nivel de ansiedad existente.

Con el paso del tiempo, como muchas otras conductas, el morderse las uñas lo automatizamos, y lo convertimos en un acto reflejo que surge siempre ante determinadas situaciones; identificar estas situaciones será el primer paso en el tratamiento.

Existen remedios caseros que llevamos oyendo toda la vida, como por ejemplo cubrir las uñas con productos y esmaltes que saben o huelen mal, poner guantes, etc. Lo cierto que estos remedios pueden ayudar, pero no lo solucionan definitivamente, hay que atacar a la raíz del problema, el hábito. ¿Cómo hacerlo?

Lo primero es convencer al adulto o al niño (en este será más difícil, pero nadie dijo que fuera fácil), de que dicha conducta es un problema que debe ser corregido y para ello basta con relatarle las consecuencias negativas que puede tener el morderse las uñas, o si ya ha tenido alguna, recordarle la misma. La persona debe estar motivada para el cambio, y si es un niño, podemos ayudarnos de motivación externa, como recompensas, que faciliten una buena disposición para corregir la conducta.

Tanto si es un niño como si es un adulto, hay que identificar aquellas situaciones que provocan que comience a morderse las uñas. Identificar aquellos signos en la persona que se producen y que son previos a iniciar la onicofagia. Una vez identificadas las situaciones y los signos en la persona que le llevan a morderse las uñas, debes acordar con él un signo o una palabra clave, que le va a ayudar a ser consciente de ese momento y de lo que va a hacer. El signo o la palabra debe ser algo disimulado que permita ponerlo en práctica cuando estáis con más gente. Por cierto no ayuda nada el decir bien alto y para que te oigan que “mi niño tiene un problema porque se come las uñas”. Si es tu hijo, haz que esta cuestión sea privada, de la familia, no del colegio ni del vecindario.

Una vez que hemos conseguido poco a poco que la misma persona afectada sea consciente de las situaciones y signos previos a morderse las uñas, hay que buscar una conducta incompatible con la onicofagia, de manera que la lleve a cabo y no pueda morderse las uñas. Ejemplos: guardarse las manos en los bolsillos, coger un boli, etc. Debe ser otra vez una conducta que sea disimulada socialmente.

Trabajad en el refuerzo. Cada vez que lo consiga evitar, refuérzalo con halagos o con frases que reconozcan su esfuerzo, ya que si lleva mucho tiempo, le va a ser difícil superarlo, pero no imposible.

Hay que vigilar y ayudar a la persona o al niño constantemente, sobre todo al principio, pero sin agobiar. Debéis de hacer partícipes a toda la familia en esta cuestión, para que colaboren en la solución.

Revisar de vez en cuando la palabra, el gesto y las conductas incompatibles, por si hubiera que cambiarlas, no hicieran el efecto deseado, etc.

Lo último que os recomiendo es que tengáis paciencia, ya que no es un problema que se solucione en unos días, sobre todo cuando el hábito de morderse las uñas lleva mucho tiempo arraigado en la persona.

Los remedios de toda la vida podrán ayudar en las primeras fases, pero luego hay que ceder el control al propio afectado, para que sea él mismo el que elimine el hábito.

Os dejo un vídeo para que veáis cómo ven los demás a quien se muerde las uñas, y de esta forma concienciar del problema.


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