"TENGO SED..."

La experiencia de la sed es muy humana. Pero es también una experiencia que puede simbolizar todos esos anhelos y ansias que se esconden en el corazón. El sufrimiento nos produce la sed de su solución. Los odios y rencores nos generan la sed de paz y de reconciliación. Por lo visto hay sed que no es sólo de agua.

En Roma, el Papa Francisco ha convocado un Sínodo, una reunión de obispos, para tratar un tema importante para la Iglesia y para la sociedad: la familia. Y no nos cabe duda a ninguno, que en el seno de la familia pueden surgir, y de hecho surgen, situaciones de secura, de necesidad y de sufrimiento. El amor humano, el matrimonio y la familia pueden ser, a la vez, nidos de felicidad o cárceles de sufrimiento.

En aquel pozo, cerca de Samaria, Jesús le dijo a una mujer algo que todos hemos dicho muchas veces: “Tengo Sed; dame de beber” (Jn 4, 5-42). Lo volvió a repetir antes de morir en la cruz: “Tengo Sed” (Jn 19, 28). Los primeros cristianos y muchos místicos y maestros espirituales han leído en esos textos del evangelio intuyendo que la sed que tenía no era sólo una sed de agua. Era una necesidad de comunicar salud y salvación. De solucionar la situación que aparecía delante.

Siempre he escuchado que todo matrimonio es conflictivo, porque la convivencia humana es un arte que se adquiere con paciencia. Pero la crisis no tiene por qué tener la última palabra. A pesar de ello, en ocasiones, más de las que desearíamos, la crisis y el conflicto revientan la convivencia y lo que debía ser una miel se convierte en hiel. Las separaciones y los divorcios se han ido convirtiendo en la única solución al conflicto. Sin embargo, aunque existen recursos en el ámbito de la orientación matrimonial y en la ayuda a las parejas y las familias, muchos acaban rompiendo la convivencia.

Para estas situaciones, que siempre son dolorosas y contienen sufrimientos colaterales, la diócesis de Tenerife ha creado un servicio pastoral. Por lo visto, se puede seguir siendo católico y viviendo la vida cristiana, aunque el matrimonio se haya roto desgraciadamente. Y, por lo visto, el servicio pastoral se llama SED -Situaciones de Especial Dificultad-.

Bienvenida, pues, esta Sed

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